Breve Reseña

Esta emisora de radio nace por una necesidad de comunicación que tenía la zona de Piedra del Aguila y sus alrededores.
Por aquellos tiempos un soñador llamado Oscar Isaac Lillo emitía por primera vez un 13 de octubre de 1986, la radio experimental Piedra del Aguila en amplitud modulada.
El objetivo siempre fue servir a las instituciones, destacar los parajes, sus pobladores (que por diversos motivos aun continuan aislados en zonas rurales), el mensaje comunitario, el llamado urgente etc., son frases que se destacan en la actualidad.
Los pobladores de estos lugares siempre están espectantes de la información y diversos acontecimientos que se producen en la localidad, en el País y el exterior debido a la cambiente realidad actual.
Hoy el medio de comunicacion va actualizandose tecnologicamente de acuerdo a las innovaciones que se producen en el campo de la radiodifusión.

Malvinas: historias cercanas, 33 años después

A más de tres décadas del desembarco argentino en las Malvinas, se conocen historias de quienes participaron de la guerra con Gran Bretaña. Así, en Roca habló Roque García, que fue parte del grupo de obreros que viajaron a las Georgias para desguazar una factoría ballenera, origen "oficial" de la escalada bélica. En Neuquén destacan que, de a poco, los jóvenes van conociendo lo que pasó en 1982. Otros recordaron a quienes perdieron la vida.

Un roquense en el germen de la guerra
A los 21 años, Roque Edgardo García se embarcó rumbo a las islas Georgias junto con otros 38 trabajadores para desguazar unas abandonas factorías balleneras, sin imaginar que sería parte del incidente que derivaría en el mayor conflicto bélico de la Argentina en más de cien años.
Nacido y criado en Roca, hasta entonces García trabajaba en un buque mercante propiedad de Constantino Davidoff, un empresario y comerciante de metales, esposo de Amanda, una de sus hermanas.
Davidoff había firmado en 1979 un contrato con la empresa escocesa Christian Salvesen para comprar las factorías balleneras, diques flotantes y otras maquinarias de los puertos Leith, Stromness y Husvik, en las Georgias, que él consideraba que podían ser útiles para instalar tres talleres de reparaciones navales en la Patagonia.
La guerra duró 74 días. Murieron 649 soldados argentinos y otros 600 se suicidaron en los años siguientes.
Davidoff contrató a la empresa Montelmec para que hiciera el desguace y sirvió de nexo para que su cuñado fuera uno de los integrantes del grupo que haría las tareas.
La nave en la que "Cacho" García habitualmente se desempeñaba estaba en reparaciones, por lo que la posibilidad de firmar un suculento contrato por tres meses, ampliable a otros 30 días, le llegó en un buen momento.
"Para darte una idea, con el salario de dos meses y medio te podías comprar un Renault 12 cero kilómetro", recuerda.
Tras los trámites de rigor, se embarcaron "el 11 de marzo de 1982 en el buque 'Bahía Buen Suceso', un barco mercante de la Armada. En ese momento era el flete más barato".
"Llegamos a puerto Leith el 17. Reparamos un muelle, que hacía como 40 años que no se utilizaba, para poder bajar la maquinaria que llevábamos y a los tres días bajamos todo. Reacondicionamos dos lugares para vivienda, una para los trabajadores y otra para los ingenieros y médicos que integraban el grupo", recuerda.
"Lo primero que hicimos fue izar la bandera y cantar el himno y después, a trabajar. Desde otra isla nos vieron (científicos de la British Antarctic Survey que realizaban un relevamiento en el lugar) y nos quisieron correr, intimidar, pero nos quedamos", relata.
El incidente derivó primero en una serie de reclamos diplomáticos y finalmente en la guerra de 74 días.
García afirma que en el grupo de obreros no había militares, como lo sostenía Londres, y que los únicos uniformados que estuvieron fueron los del "Bahía Buen Suceso, que se volvió a Buenos Aires el 20 ó 21 de marzo".
"Trabajamos sin problemas hasta el 2 de abril a la madrugada, en que nos encontramos con la sorpresa del desembarco de las tropas argentinas. A las Georgias fue el entonces teniente de navío Alfredo Astiz con 18 comandos para hacernos el resguardo a los 39 ante las amenazas del Reino Unido. Después nos comunicaron que tomaron Malvinas".
"Las tropas inglesas llegaron a la bahía de Grytviken el 22 de abril y desembarcaron, del otro lado de las montañas. El 25 atacaron al submarino 'Santa Fe' y después de tres o cuatro horas de combate tomaron prisioneros y vinieron a Puerto Leith a buscarnos. El grupo de Astiz resistió un rato y después se entregó".
"A los obreros nos tomaron prisioneros a las seis de la tarde y nos tuvieron 24 horas cuerpo a tierra en la playa. Después nos fueron embarcando en los diferentes buques. Nos pasaban de un barco a otro día por medio y finalmente nos llevaron para Malvinas. Separaron a los militares, que eran 189, y los 39 íbamos juntos. Estuvimos 21 días prisioneros y el 14 de mayo nos llevaron a un buque tanque que fue el último. Terminamos en la isla Ascensión (en el Atlántico, a mitad de camino entre América y África). De ahí a Uruguay en avión y a Buenos Aires en barco", relata.
"Los británicos nos hicieron hacer una declaración de los bienes que teníamos, pero volvimos con lo puesto. Aquí nos pagaron todas las cosas que habíamos perdido y el contrato firmado completo", sostiene.
-¿Lo pasaron feo? -se le pregunta.
-¿La verdad? Nos salvamos de casualidad.
A los 54 años, García, padre de cuatro hijos y abuelo de dos nietos, está ahora desocupado. Percibe pensiones de veterano de guerra otorgadas por Nación y Río Negro y una vez al año se encuentra con Davidoff, con quien mantiene una relación de amistad pese a que Amanda ya no es más la esposa del empresario.
(Redacción Central)
Roque Edgardo García firmó un suculento contrato para ir a trabajar las Georgias, pero la experiencia se truncó pronto.
"Los que estuvimos en las primeras líneas vivimos una guerra muy latente"
"En un principio no pensábamos en ganar o qué es lo que iba a pasar con la guerra. Lo único que pretendíamos era combatir, cumplir con las órdenes que se nos daban y luchar, sacando de donde no teníamos el coraje", comentó Ángel Andrés Huenchul y luego recordó que "se pasó mucho frío, mucho miedo, porque eran combates permanentes".
Huenchul fue integrante del cuerpo de Gendarmería, del escuadrón Alacrán. Fue trasladado en un avión Hércules y formó parte de las compañías de comando 601 y 602. "Los que estuvimos en las primeras líneas vivimos una guerra muy latente, con mucha acción. Más las inclemencias del clima, se hacía muy difícil pensar si ganamos o perdemos", detalló.
Al término de la guerra optó por continuar estudiando. Terminó la secundaria y se formó en la Universidad Nacional del Comahue, donde hoy es empleado, en la Facultad de Economía.
"Me casé y tuve hijos. La pudimos pelear después de la desmalvinización, que fue muy cruel por el olvido, el desamparo. Pero luchamos a través de unión y de formar centros de veteranos", explicó.
Ángel Andrés Huenchul
"Hacemos que la sociedad no olvide a esos héroes"
"Los muertos de Malvinas fueron 1.200", afirmó Sixto Sánchez y luego aclaró: "Lo que pasa es que la gente habla de los que murieron en el curso real de la guerra, pero yo quiero que no se olvide que, por todo lo que la sociedad dejó de hacer con los que volvieron, 600 se suicidaron después de la guerra. Eso es algo que no se debe olvidar".
"¿Cuál es nuestra función? Hacemos que la sociedad no olvide a esos héroes que cayeron, que en cierta forma se los reconoció en el momento de la recuperación y cuando la guerra terminó la sociedad los dejó sin existencia fáctica, fueron olvidados, escondidos", recriminó el integrante de la Asociación de Veteranos de Guerra de Neuquén.
Sánchez tiene 58 años y su rol en la guerra fue como civil. Era uno de los pilotos de Aerolíneas Argentinas encargados de realizar "traslados de personal, soldados, pertrecho y alimentos". Mientras rastreaba en su memoria los oscuros recuerdos de la guerra, su voz se quebró por momentos. Comentó que "el 2 de abril, cuando se hace la recuperación de las islas, lo primero que hago es presentarme como voluntario para ir con los aviones de Aerolíneas -Argentinas-".
"Estuvimos volando desde Río Gallegos hasta Puerto Argentino, haciendo traslados. Era muy interesante al principio llegar a las islas, fue una emoción tremenda. Después me di cuenta de que el trabajo que yo estaba haciendo era uno de los más terribles que una persona puede hacer: llevar gente y saber que muchos no iban a volver", lamentó.
El hombre se identifica con "una generación muy malvinizada, no me interesaba la guerra, no es una de mis causas, pero sí la recuperación de las islas". (AN)
Sixto Sánchez
"Fuimos olvidados, escondidos o tapados"
César Alfredo Breide era soldado conscripto y participó de la guerra con 20 años. Ahora, con 53, no duda en que "fue muy orgullo de defender a mi patria, realmente todavía siento el orgullo. Si bien éramos jóvenes y no teníamos experiencia militar, había interés por defenderla en ese momento".
Reconoció que "la Argentina no tiene gente preparada para la guerra, no tiene experiencia", pero en ese momento "había sentimiento de defender las islas realmente y fue lo que se hizo. Por eso tanto compañero muerto y tanto sacrificio, se defendió como se debía defender, dentro de lo que se pudo".
El servicio militar lo realizó en Comodoro Rivadavia y aunque estaba acostumbrado al frío de la Patagonia reconoció que en las islas "el terreno es muy hostil. Sin vegetación, húmedo y los días eran muy cortitos, llovía mucho y había mucha neblina".
El después de la guerra fue la etapa más dura. "Fuimos olvidados, escondidos o tapados", exclamó y resaltó la labor de los veteranos que "nos hemos empezado a jun-tar y a pelear por nuestro reconocimiento. Más que nada por los compañeros que quedaron allá, que son 649 personas que lamentablemente no las vamos a recuperar".
El objetivo es "malvinizar a la sociedad". Breide aseguró que "se está revirtiendo el olvido, por nuestro trabajo. Tratamos de explicarle a la sociedad y hacerle sentir que realmente las Malvinas son nuestras y que no debemos decir nunca que las tenemos que dejar".
(AN)
César Alfredo Breide